Horacio:
Además... esa no es la única razón por la cual suelo observar el cielo cotidianamente.
María:
Horacio:
María:
Sin embargo, no
Horacio:
Mira... es fácil, siento que mi situación con ella fue como perder el tiempo tratando de capturar un trozo de nube... cuando lo abrazas te quedas con un vacio entre las manos. ¡Sí! Ese vacío que se siente en la boca del estomago y que día a día te punza poco a poco el corazón, ese que termina causándote una ansiedad crónica y permea tus días de un color grisáceo oscuro otoñal.
María:
Horacio..
Horacio:
En todo caso... Suponiendo que tal cosa fuera posible… capturar un pedacito de nube…
¿Cómo haces para llegar hasta el cielo y arrancar dicho pedazo?
María:
Pues ni idea. Supongo que tal vez un ángel podría lograr algo así.
María:
¡Exacto! Pero por desgracia, mí querida Mary... ni los ángeles existen, ni yo soy tal cosa.
...
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